Una mirada desde la Metainteligencia
Desde la comprensión que la Metainteligencia nos proporciona acercamos en este artículo una observación de las causas que provocaron la actual crisis que ha llevado al colapso a las Instituciones Financieras en los principales mercados del mundo, como así también, las reacciones posteriores en el comportamiento de las bolsas y la economía real – léase en este último caso - reacción del consumidor frente a la incertidumbre.
Buscamos al mismo tiempo generar reflexión acerca de si el mismo principio, se encuentra arraigado en las organizaciones del trabajo, de manera que constituya una posibilidad de aprendizaje. A través de nuestras investigaciones concluimos que existe al menos una causa central que identificamos como especulación desenfrenada, esta se convierte en una reacción (respuesta a algún tipo de estímulo) que se convierte en metodología, en hábito, para reducir la incertidumbre. Surge así el vicio de la especulación desenfrenada.
Cabe entonces realizar un análisis algo más profundo que permita sostener esta hipótesis. Para ello diremos que es fácil reconocer que en el contexto de desarrollo económico en el que nos encontramos como aldea global, el miedo y la codicia aplicadas particularmente en las operaciones financieras y económicas parecen ser dos motores muy poderosos capaces de movilizar en uno u otro sentido las energías humanas. El hombre moderno busca por diversos medios reducir la incertidumbre. El hombre moderno en el ámbito laboral se asimila así a un pronosticador que busca predecir el futuro, “saber que es lo que ocurrirá” y así, según su capacidad para reducir la incertidumbre, también denominado “capacidad de resolver problemas” será gran parte del reconocimiento que reciba. Juegan paradójicamente el miedo a la incertidumbre y la motivación por recibir el “azúcar” del reconocimiento. Aparecen así las conexiones que el título propone para introducir el concepto Liderazgo.
Sin duda las acciones humanas que surgen como políticas empresariales, cómo es el caso que nos ocupa, nacen del liderazgo ejercido en ocasiones por un individuo/s o una/varias instituciones, sean estas económicas, financieras, políticas, etc. Más tarde, ciertos comportamientos adquieren rango cultural y así producen contagio como “modelo operativo”. De esta forma otros imitadores de dicho comportamiento se suman o nuclean bajo el lema “competencia de mercado” o bien, acciones para mantener la competitividad, la utilidad esperada, aporte de valor, etc.
Nacen y se expanden las exigencias especulativas que se encuentran motivadas más de las veces por la codicia, una conducta que busca acumular – a veces sin medir los costos- fundamentada en la escasez. Vea Ud. estimado lector, como se interconecta la codicia con una acción desenfrenada por reducir la incertidumbre que se dispara cuando percibimos que habrá escasez.
La escasez (madre del temor) en el mundo de los negocios acciona los mecanismos de percepción dirigidos a la acción: si no lo hacemos nosotros, otros lo harán. Si no vencemos, perderemos. Conviven dos mecanismos, uno de defensa y otro de ataque. Él de defensa se dispara si percibimos que no tenemos habilidades para superar la escasez, en cambio si interpretamos que estamos lo suficientemente capacitados (si percibimos que tenemos el poder suficiente) para resolver la escasez, probablemente el que se despierte sea el mecanismo de ataque, entonces mis políticas serán “agresivas”, sean estas de ventas,
cobranzas, inversiones, subsidios, salvatajes o cualquier otra.
La codicia otras veces deforma la competencia por medio de la ambición –madre de la ansiedad- generando emociones e interpretaciones que trastocan los medios con tal de alcanzar los fines, deformando el uso de la libertad responsable, transformándolo en libertinaje. Allí “todo es válido”, no se miden las consecuencias, o como nos señala Stephen Covey en “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” dejamos de cuidar la gallina de los huevos de oro, dejamos de atender la capacidad de producción, sólo ambicionamos los huevos de oro, los resultados. No estamos conscientes de las consecuencias. Aquí es donde cabe la similitud de lo que relatamos con los acontecimientos iniciales de las hipotecas suprime, relación entre entidades financieras, calificadoras de riesgo y deudores en varios países.
La codicia contiene un miedo, el miedo a no obtener todo lo que necesito o deseo (por ejemplo: bonus, incentivos). Asimismo encierra otro miedo mayúsculo. Este se dispara como modo de desinversión, huída especulativa, afectando todos los activos, sean estos financieros o productivos. Es el miedo a “perder lo acumulado”, aunque para ello sea necesario matar a la gallina de los huevos de oro. Ambas, la codicia y el miedo, con idéntica raíz han hecho nido en la especulación siendo esta una forma restringida de la capacidad humana. La especulación nunca será una inspiración a la creatividad que crea riqueza abarcativa.
Es aquí cuando desde la Metainteligencia observamos el estado de Inconciencia que nos aleja de nuestras capacidades más elevadas, la denominamos Inconsciencia Espiritual. Sólo cuando tomamos conciencia de quienes somos en verdad se produce el espacio donde la creatividad genera lo opuesto al miedo, es decir, el entusiasmo que hace “cima en las alturas” generando humanidad en los actos humanos.
Es sólo a partir de estas dimensiones que surge la contribución y la abundancia como contrapartida de la ambición y la escasez. La contribución es contraria a la ambición que se fundamenta en la escasez, es dar, dar de sí, movilizando la grandeza de las personas y organizaciones, alejándonos de la mediocridad (amiga de la escasez) que se cimienta en la especulación.
Allí es donde el Líder y su Liderazgo se asientan. La grandeza, el entusiasmo, la contribución. Ya no es necesario especular sino que se valora dar de si lo mejor, dar sin medida.
¿es esto posible? ¿qué condiciones se requieren?
Si, es posible a partir de descubrir nuestro sentido de aporte (único e irrepetible) que desde la Metainteligencia tomamos como definición de Líder.
Líder es aquel que ha deducido el sentido de su aporte, que como hemos dicho es “único e irrepetible”, al mismo tiempo definimos el Liderazgo como la capacidad que desarrolla el individuo para implementar dicho aporte personal. Así, desde la compresión Metainteligente cada persona se convertirá en un Líder en la medida que conozca, reconozca y desarrolle el sentido de su aporte. Quién en verdad soy. Es sólo así que los seres humanos somos capaces de abandonar la especulación, el miedo y la codicia. Es sólo así que estamos deseosos de contribuir al mundo con todo el entusiasmo de que somos capaces.
El Líder, quizás alguien anticipado en “darse cuenta” se convertirá en un facilitador para que ese descubrir se cristalice en luz para otros, convirtiéndose en Líder de Líderes lo que llevará a las personas y organizaciones al desarrollo de su máximo potencial, en ocasiones confundido con cierto resultado.
Desde la comprensión que la Metainteligencia nos proporciona acercamos en este artículo una observación de las causas que provocaron la actual crisis que ha llevado al colapso a las Instituciones Financieras en los principales mercados del mundo, como así también, las reacciones posteriores en el comportamiento de las bolsas y la economía real – léase en este último caso - reacción del consumidor frente a la incertidumbre.
Buscamos al mismo tiempo generar reflexión acerca de si el mismo principio, se encuentra arraigado en las organizaciones del trabajo, de manera que constituya una posibilidad de aprendizaje. A través de nuestras investigaciones concluimos que existe al menos una causa central que identificamos como especulación desenfrenada, esta se convierte en una reacción (respuesta a algún tipo de estímulo) que se convierte en metodología, en hábito, para reducir la incertidumbre. Surge así el vicio de la especulación desenfrenada.
Cabe entonces realizar un análisis algo más profundo que permita sostener esta hipótesis. Para ello diremos que es fácil reconocer que en el contexto de desarrollo económico en el que nos encontramos como aldea global, el miedo y la codicia aplicadas particularmente en las operaciones financieras y económicas parecen ser dos motores muy poderosos capaces de movilizar en uno u otro sentido las energías humanas. El hombre moderno busca por diversos medios reducir la incertidumbre. El hombre moderno en el ámbito laboral se asimila así a un pronosticador que busca predecir el futuro, “saber que es lo que ocurrirá” y así, según su capacidad para reducir la incertidumbre, también denominado “capacidad de resolver problemas” será gran parte del reconocimiento que reciba. Juegan paradójicamente el miedo a la incertidumbre y la motivación por recibir el “azúcar” del reconocimiento. Aparecen así las conexiones que el título propone para introducir el concepto Liderazgo.
Sin duda las acciones humanas que surgen como políticas empresariales, cómo es el caso que nos ocupa, nacen del liderazgo ejercido en ocasiones por un individuo/s o una/varias instituciones, sean estas económicas, financieras, políticas, etc. Más tarde, ciertos comportamientos adquieren rango cultural y así producen contagio como “modelo operativo”. De esta forma otros imitadores de dicho comportamiento se suman o nuclean bajo el lema “competencia de mercado” o bien, acciones para mantener la competitividad, la utilidad esperada, aporte de valor, etc.
Nacen y se expanden las exigencias especulativas que se encuentran motivadas más de las veces por la codicia, una conducta que busca acumular – a veces sin medir los costos- fundamentada en la escasez. Vea Ud. estimado lector, como se interconecta la codicia con una acción desenfrenada por reducir la incertidumbre que se dispara cuando percibimos que habrá escasez.
La escasez (madre del temor) en el mundo de los negocios acciona los mecanismos de percepción dirigidos a la acción: si no lo hacemos nosotros, otros lo harán. Si no vencemos, perderemos. Conviven dos mecanismos, uno de defensa y otro de ataque. Él de defensa se dispara si percibimos que no tenemos habilidades para superar la escasez, en cambio si interpretamos que estamos lo suficientemente capacitados (si percibimos que tenemos el poder suficiente) para resolver la escasez, probablemente el que se despierte sea el mecanismo de ataque, entonces mis políticas serán “agresivas”, sean estas de ventas,
cobranzas, inversiones, subsidios, salvatajes o cualquier otra.
La codicia otras veces deforma la competencia por medio de la ambición –madre de la ansiedad- generando emociones e interpretaciones que trastocan los medios con tal de alcanzar los fines, deformando el uso de la libertad responsable, transformándolo en libertinaje. Allí “todo es válido”, no se miden las consecuencias, o como nos señala Stephen Covey en “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” dejamos de cuidar la gallina de los huevos de oro, dejamos de atender la capacidad de producción, sólo ambicionamos los huevos de oro, los resultados. No estamos conscientes de las consecuencias. Aquí es donde cabe la similitud de lo que relatamos con los acontecimientos iniciales de las hipotecas suprime, relación entre entidades financieras, calificadoras de riesgo y deudores en varios países.
La codicia contiene un miedo, el miedo a no obtener todo lo que necesito o deseo (por ejemplo: bonus, incentivos). Asimismo encierra otro miedo mayúsculo. Este se dispara como modo de desinversión, huída especulativa, afectando todos los activos, sean estos financieros o productivos. Es el miedo a “perder lo acumulado”, aunque para ello sea necesario matar a la gallina de los huevos de oro. Ambas, la codicia y el miedo, con idéntica raíz han hecho nido en la especulación siendo esta una forma restringida de la capacidad humana. La especulación nunca será una inspiración a la creatividad que crea riqueza abarcativa.
Es aquí cuando desde la Metainteligencia observamos el estado de Inconciencia que nos aleja de nuestras capacidades más elevadas, la denominamos Inconsciencia Espiritual. Sólo cuando tomamos conciencia de quienes somos en verdad se produce el espacio donde la creatividad genera lo opuesto al miedo, es decir, el entusiasmo que hace “cima en las alturas” generando humanidad en los actos humanos.
Es sólo a partir de estas dimensiones que surge la contribución y la abundancia como contrapartida de la ambición y la escasez. La contribución es contraria a la ambición que se fundamenta en la escasez, es dar, dar de sí, movilizando la grandeza de las personas y organizaciones, alejándonos de la mediocridad (amiga de la escasez) que se cimienta en la especulación.
Allí es donde el Líder y su Liderazgo se asientan. La grandeza, el entusiasmo, la contribución. Ya no es necesario especular sino que se valora dar de si lo mejor, dar sin medida.
¿es esto posible? ¿qué condiciones se requieren?
Si, es posible a partir de descubrir nuestro sentido de aporte (único e irrepetible) que desde la Metainteligencia tomamos como definición de Líder.
Líder es aquel que ha deducido el sentido de su aporte, que como hemos dicho es “único e irrepetible”, al mismo tiempo definimos el Liderazgo como la capacidad que desarrolla el individuo para implementar dicho aporte personal. Así, desde la compresión Metainteligente cada persona se convertirá en un Líder en la medida que conozca, reconozca y desarrolle el sentido de su aporte. Quién en verdad soy. Es sólo así que los seres humanos somos capaces de abandonar la especulación, el miedo y la codicia. Es sólo así que estamos deseosos de contribuir al mundo con todo el entusiasmo de que somos capaces.
El Líder, quizás alguien anticipado en “darse cuenta” se convertirá en un facilitador para que ese descubrir se cristalice en luz para otros, convirtiéndose en Líder de Líderes lo que llevará a las personas y organizaciones al desarrollo de su máximo potencial, en ocasiones confundido con cierto resultado.
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