martes, 25 de mayo de 2010

Carta del Bicentenario y el nuevo rumbo del país

¿A dónde necesitamos ir como país? ¿Cuál es el rumbo que la Argentina requiere?
La carta del Bicentenario generada y firmada por muchas y reconocidas organizaciones de la sociedad civil (apolíticas y sin fines de lucro), brinda una respuesta clara y contundente. Es un ejemplo de una construcción colectiva que nos inspira e invita a formar parte del cambio.
A su vez, su reflexión hace emerger nuevas preguntas:
¿Cómo sería posible concretar los cambios mencionados en la carta e ir de la palabra a la acción?
¿Qué habilidades debemos desarrollar como sociedad?
Estas preguntas abordaremos desde la mirada Metainteligente una vez vistos los detalles de la carta:
carta bicentenario
¿Qué despierta esta carta en Usted, estimado lector?
Se busca claramente una orientación que pone énfasis en los principios humanos como la honestidad, el respeto o el servicio buscando una visión compartida en pos del beneficio del bien común encima del bienestar personal. Es un llamado a la responsabilidad personal y colectiva que apoyamos desde Metainteligencia.

Ahora, ¿qué entendemos cuando hablamos de la responsabilidad?
La responsabilidad se puede definir como la habilidad de responder, de dar respuesta. Esta capacidad es una dimensión que nos conecta directamente con la falta de competencias que como sociedad dejamos entrever.
Cabe de este modo una reflexión acerca de ¿qué habilidades debemos desarrollar como sociedad?
En este sentido hay pasos indispensables:

1. Apoyar nuestros valores personales en principios universales
Nuestros valores son indicadores de conducta, hacemos aquello que valoramos. Si en un país existe por ejemplo mucha corrupción, es porque se privilegian otras cosas antes que la honestidad y el bien común. La mayoría de las personas se orienta en pos de lo que les gusta y no les gusta y lo que les conviene o no les conviene.
Al contrario, si los valores personales, se apoyasen en los principios universales, que son atemporales y podríamos denominar Valores de la Conciencia: El respeto, la justicia, la honestidad, la integridad, el servicio, la amabilidad y la contribución, uno tendría en cuenta las consecuencias de nuestros actos y orientaría los mismos en lo que es correcto y corresponde más allá de los gustos personales. Al no apoyar los valores en principios, se manifiestan las dificultades que experimentamos como sociedad hoy en día. (ver también el artículo ¿Cuál es la verdadera Crisis que vivimos?)

2. Generar hábitos eficaces de manera que vayamos haciendo lo que hacemos con conciencia de las consecuencias que se generan. Se requiere la integración y aplicación de la Conciencia en el quehacer humano. Invitamos a explorar este concepto más profundamente en el artículo “El líder eficaz y su realización humana” que responde a la pregunta si
¿es el contexto el que nos configura o somos llamados a configurar el contexto? Y el escrito acerca de la Conciencia Aplicada al trabajo y las organizaciones.

3. Estar presentes y discernir entre progreso y evolución
Esta distinción juzgamos una tarea indispensable. Para dar estos pasos se requiere dejar el pasado por medio del perdón y la reconciliación sin abandonar la justicia, construir el futuro con la creatividad que surge de la unión. Declarar que la verdad, la bondad y la belleza son las expresiones humanas que resultan de dicha unión. Entendemos la Metainteligencia como un camino para llegar a este destino.
Estamos conscientes de que la traducción de las aspiraciones implica un proceso de transformación con compromiso y generación de espacios de encuentros dónde dejen de predominar los intereses personales para dejar lugar a la Conciencia. Invitamos a construir estos espacios colectivamente junto a las organizaciones de la sociedad Civil.

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lunes, 3 de mayo de 2010

Artículo la Nación: ¿Qué es ser buena persona?


Observamos en la sociedad un agravamiento de las problemáticas sociales. La inseguridad se refleja a nivel personal con una mayor volatilidad emocional y se traduce en más miedo o bronca en el convivir cotidiano. A su vez, aparecen con mayor conciencia cada día en el extremo opuesto, las posibilidades y estrategias para remediar las dificultades y construir una realidad que se fundamenta en una dimensión más honda del Ser.
La opinión de Alejandro Rozitchner en la Nación, titulada “Qué es ser buena persona” refleja esta tendencia y se encuentra alineada con la mirada Metainteligente:
En la misma línea en la que a tantos argentinos nos parece que abogar por el respeto de las instituciones es cosa de afrancesados, el ser buena persona es una caracterización que resulta poco seductora. ¿Quién quiere ser una buena persona? Sobre todo cuando joven, uno quiere muchas otras cosas antes que esa: prefiere ser exitoso, fuerte, inteligente, poderoso, famoso, tener talento y/o belleza, pero, ¿hay cosa menos atractiva que ser bueno?
La versión clásica de la buena persona es responsable de algunas de estas asociaciones negativas. Para la moral convencional, el bueno es el que renuncia a sí y se entrega. El que hace acciones desinteresadas, el que no se toma en cuenta.  

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